jueves, 10 de noviembre de 2011

Las mujeres de Adriano. (Héctor Aguilar Camín).

No es fácil hablar de este libro, ni de este autor en general. Alguna vez oí decir a Nicolás Vergara que esta es una de las tres mejores novelas que ha leído en su vida (lo cual no es poco decir tratándose de un periodista muy versado en literatura, rara avis en su gremio). Villegas sostuvo algo bastante cierto, aunque con su exageración de siempre: Héctor Aguilar escribe libros que terminan subrayados completos, llenos de frases para el bronce. Lo cierto es que cada dos o tres páginas, el autor aparece con párrafos perfectos, de esos que justifican la existencia de la literatura, y que escasean cada vez más en la prosa de nuestros nóveles escritores.
El libro describe las conversaciones que sostiene el erudito y septuagenario historiador mexicano Justo Adriano Alemán, con un joven discípulo, narrador de la novela. Más que conversaciones son monólogos, que el narrador y nosotros escuchamos con un interés creciente. Adriano confiesa a su joven amigo los amores del pasado, cinco mujeres, según él sólo cinco mujeres con las que ha ido compartiendo los años de su vida, y conforme el protagonista va saltando de flor en flor, Héctor Aguilar Camín nos habla del amor, de la personalidad de las mujeres y la fascinación que generan en los hombres, de la fidelidad y la infidelidad, de la pasión y su agotamiento, de la agradable rutina y del hastío.
La novela es un manual bastante certero acerca de la naturaleza de esa experiencia tan cotidiana y extraña a la vez: el encuentro entre un hombre y una mujer. Merece, claramente, ocupar un lugar entre aquellos libros indispensables que nos muestran nuestra naturaleza tal cual es, y que nos enseñan a querernos un poco más en nuestra condición de barro iluminado. Transcribiré solo algunas citas, de las muchas que hay en el texto: (La edición tenida a la vista es la de Alfaguara, 2001).




"Recuerdo ahora un discurso sobre la forma como la civilización nos había hecho más sensibles al sufrimiento y menos aptos para los hechos duros de la vida: la violencia, la injusticia, la muerte". (p. 11).

"Yo tenía dieciocho años cuando la conocí y ella dieciséis. Desde el primer día su mirada tuvo un manto de misterio: la promesa de una sabiduría oculta, la posibilidad de una entrega sin cortapisas". (p. 18).

"Lo digo ahora con claridad pero lo sentí mejor en aquel momento. La vida formula tarde lo que sabe temprano, necesita muchos años para decir lo que sintió en los primeros" (p. 24).

"Fue nuestra noche de mayor entendimiento, el entendimiento desencantado; también la de nuestra primera escisión, o al menos de la mía. Supimos esa tarde y esa noche quiénes éramos, quiénes habíamos querido ser, quiénes no podríamos ser en adelante". (p. 37).

"Me gusta este lugar -dijo al sentarse para la cuarta comida-. La penumbra, los sillones de cuero café, la madera oscura de las paredes, el barman que nos sirve como si nos consintiera. Me gusta ver por los ventanales a los niños jugando. Los niños que fuimos y que no podremos ser. ¿Sospecharán en su dicha sin sombra las sombras de su dicha?". (p. 43).

"En Ana había una naturalidad física que añadía transparencia y alegría al amor, aunque le quitara, lo entendí con el tiempo, perversión y misterio. La transparencia y la alegría eran mis necesidades entonces. Tenía urgencia de un amor abierto, sin las sombras de la clandestinidad de Carlota o el destino de amor irregular de Regina. Por una razón o la otra, con ambas era imposible constituir la pareja normal que yo buscaba, la pareja abierta, gozosa y rutinaria, quiero decir: gozosa de sus rutinas, rutinaria de sus goces". (p. 60).

"Algo vital en nosotros rechaza la paz, quiere la anormalidad, la transgresión, el riesgo. Quien mata ese espacio salvaje en su vida se mata un poco". (p. 63).

"La verdad tiende a ser inverosímil o insoportable -dijo Adriano." (p. 81).

"De pronto, tuve miedo de perderlo todo, y empecé a asegurar lo que quedaba sin asegurarme primero de que estuviera inseguro. El pecado de los inteligentes es pasarse de listos". (p. 110).

"Para ese momento estaba asustado con mis pérdidas, muerto de miedo, temblando en el rincón. Me preguntaba lo que se preguntan todos los que pierden algo: ¿por qué yo? ¿quién me acosa? Tardé años en darme la respuesta correcta: nadie te acosa sino tus errores pasados, te toca a tí porque les toca a todos; nadie está a salvo de la adversidad y todos somos víctimas de nosotros mismos, aunque no sea sino por el hecho de envejecer, que nos hace vulnerables y acerca paso a paso el momento de la debilidad final, la debilidad hacia la cual conspira cada minuto de nuestra vida, cada uno de nuestros actos. La juventud es igual al tamaño de la negación de la propia muerte. La vejez es igual al reconocimiento de su cercanía" (pp.121-122).

sábado, 29 de octubre de 2011

Panoramas teatreros (2) "The Pillowman"

Entré a ver esta obra hace un par de semanas, desconfiando del título y solo para cumplir un compromiso asumido previamente. Luego de las dos horas que dura la función, con intermedio incluido, solo puedo exclamar: "Excelente, excelente, excelente". Dentro del panorama teatral que se ofrece en Santiago por estos días (donde hay obras notables, como "Art"), me parece de un nivel claramente superior al resto.

La presentación en la página del teatro (Lastarria 90), es la siguiente:

Obra del inglés Martin McDonagh, que se se ha realizado con rotundo éxito en Londres, Nueva York, Buenos Aires, Lima, México, Seúl y Tokio. Además de recibir el premio Olivier a “Mejor Obra” y el New York Drama Circle`s Award a “Mejor Obra Extranjera”
Pillowman es una de las comedias negras contemporáneas más aplaudidas en los escenarios del mundo. La historia transcurre en un lugar de Europa, tejida por dos policias; narra la historia de un escritor, que conjuga cuentos infantiles con cuentos de horror, su hermano con discapacidad mental y niños que pueblan y trascienden la ficción.


En honor a la verdad, la descripción se queda bastante corta. Por mi parte, solo me limito a recomendar rotundamente la obra. Dejémosla en la categoría 5 estrellas. :-) 

martes, 4 de octubre de 2011

Recomendaciones literarias (2) "Formas de volver a casa" Alejandro Zambra

"Hace años, hace demasiados años, me dijo después, cambiando el tono de una manera que me pareció dolorosa, hace años descubrí que quería una vida normal. Que quería, sobre todo, estar tranquila. Ya viví las emociones, todas las emociones. Quiero una vida tranquila, simple. Una vida con paseos por el parque.
Pensé en esa frase medio casual, involuntaria: una vida con paseos por el parque. Pensé que también mi vida era de alguna forma una vida con paseos por el parque. Pero entendí lo que quería decir. Buscaba un paisaje propio, un parque nuevo. Una vida en que ya no fuera la hija o la hermana de nadie....."

(Formas de volver a casa. Alejandro Zambra. Editorial Anagrama, 2011. Pág. 140)

Al llegar a casa pensé en las palabras de Eme. Pensé que era cierto. Que sabemos poco. Que antes sabíamos más, porque estábamos llenos de convicciones, de dogmas, de reglas. Que amábamos esas reglas. Que lo único que verdaderamente habíamos amado era ese puñado absurdo de reglas. Y ahora entendemos todo. Entendemos, en especial, el fracaso.

Id. Pág. 160.-

Es tarde. Escribo. La ciudad convalece pero retoma de a poco el movimiento de una noche cualquiera al final del verano. Pienso ingenuamente, intensamente en el dolor. En la gente que murió hoy, en el sur. En los muertos de ayer, de mañana. Y en este oficio extraño, humilde y activo, necesario e insuficiente: pasarse la vida mirando, escribiendo.

(Id. Pág. 164.-)

lunes, 3 de octubre de 2011

Lo que quisiste ser... (Rodríguez Dixit)


¿Qué necesita un ser humano
para no apartarse de sí?
¿A qué distancia está mi mano
de la gente que conocí...
que le ha faltado a la verdad
para quererla disfrazar?
¿Por qué un bufón llena el lugar
donde hubo un sitio para amar?
¿Por qué fingimos confusión
hasta acabar con la razón?
En fin, no sé como decir
que todo ha vuelto a ser normal
sólo sí sé que no eres ya
lo que quisiste ser.

Cuando mis ojos se hacen aire
con tristeza pienso en el mar
porque mi tiempo es la distancia
recorrida para olvidar
y veo un dibujo del amor
saltando a un cielo sin color
buscando un mundo por rastrear
y una ansiedad, y otra ansiedad,
río del mar hecho a creyón
por quien aprende a dibujar
en fin no sé como decir
que se ha arruinado la canción
sólo sí sé que no eres ya
lo que quisiste ser.

Veo tus brazos que han llevado
mil adornos sobre su piel
y han olvidado hasta que fueron
una historia de amanecer,
y tu en función de relucir
dejas la magia humana y vas
a interpretar otro papel
fingiendo para diferir.
No sé si es desesperación
o humilde ya resignación
en fin no sé como llamar
a esa versión de un pavoreal.
Sólo sí sé que no eres ya
lo que quisiste ser.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Recomendaciones literarias (1). "La literatura en peligro" Tzvetan Todorov

"Si hoy me pregunto por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a la cabeza es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido, como en la adolescencia, que me evite las heridas que podría sufrir en mis contactos con personas reales. Más que excluir las experiencias vividas, me permite descubrir mundos que se sitúan en continuidad con ellas y entenderlas mejor. Creo que no soy el único que la ve así. La literatura, más densa y más elocuente que la vida cotidiana, pero no radicalmente diferente, amplía nuestro universo, nos invita a imaginar otras maneras de concebirlo y de organizarlo.
         Todos nos conformamos a partir de lo que nos ofrecen otras personas: al principio nuestros padres, y luego los que nos rodean. La literatura abre hasta el infinito esta posibilidad de interacción con los otros, y por lo tanto nos enriquece infinitamente. Nos ofrece sensaciones insustituibles que hacen que el mundo real tenga más sentido y sea más hermoso. No sólo es un simple divertimento, una distracción reservada a las personas cultas, sino que permite que todos respondamos mejor a nuestra vocación de seres humanos."

La literatura en peligro. Tzvetan Todorov. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. Página 17.


lunes, 11 de julio de 2011

No soy de aquí, ni soy de allá..... (Facundo Cabral)

Me gusta el sol, Alicia y las palomas
el buen cigarro y la guitarra española...
Saltar paredes y abrir las ventanas,
y cuando llora una mujer.

Me gusta el vino tanto como las flores
y los conejos, pero no los tractores
el pan casero y la voz de Dolores,
y el mar mojándome los pies...

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color
de identidad

Me gusta estar tirado siempre en la arena
o en bicicleta perseguir a Manuela
o todo el tiempo para ver las estrellas
con la María en el trigal

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color
de identidad...



Tengo 36 años y por vez primera (deformaciones literarias... ¿porqué no decir "por primera vez"?)... escucho a Facundo Cabral. A propósito de su muerte, cosas de esta vida!. Recuerdo a un viejo amigo, de aquellos tiempos prehistóricos teñidos de azul y nostalgia en tierras australes, que me hablaba de Facundo, pero nunca le presté atención, tal vez prejuiciado por mis ideales adolescentes.
Ahora acabo de escuchar unas diez veces la voz de Facundo en esta canción maravillosa, mientras a ratos mi hija de cuatro años viene a modelarme su vestido nuevo, feliz de estar despierta a las diez de la noche por ser vacaciones, sonriéndome..... Y me ocurre algo tan curioso, tan inasible. Pienso que debí haber oído esta canción antes, tal vez un par de cosas no habrían sido iguales. Esto debería llamarse "Nostalgias teosóficas jurídico chilensis de un hijo pródigo", pero como dice Cortázar por ahí: Stop! Esto va derivando para otra cosa... :-) ¿habrá, a estas alturas, quien entienda?

domingo, 10 de julio de 2011

Panoramas teatreros. (1) De cómo nos comportamos cuando se nos mueve un poquito la tierra.

Bueno, vi hoy esta obra en el teatro del puente, y no me queda más que recomendarla. Sólo advertir que se requiere cierta amplitud de criterio para disfrutarla, dado un par de momentos no aptos para mentes decimonónicas. He aquí parte de la presentación de la obra en la página del teatro:

"Existen países que siempre se verán afectados por catástrofes naturales, Chile es uno de ellos, los terremotos y tsunamis han dejado una huella profunda en nuestra historia, no son una excepción, es una tragedia que se repite. El terremoto del sábado 27 de febrero del año 2010 vino a desenmascarar las desigualdades y fracturas sociales que existen en nuestro país, sus divisiones, temores, carencias, paranoias y tabúes. Este espectáculo tiene por objeto reflexionar sobre las contradicciones de nuestra sociedad a partir de esta catástrofe:
¿Que nos hace sentirnos chilenos?, ¿Es realmente verdadero ese sentimiento de solidaridad hacia los nuestros?…lo perverso no se encuentra en lo imaginario, si no en lo que esconde la realidad."

Juan Millalonco Díaz.-

viernes, 8 de julio de 2011

La reflexión cotidiana...el metro y el amor divino...



Me apropio del título de don Humberto Giannini para contar lo de anteayer… Ocurre que viviendo en una ciudad como Santiago de Chile, con el tipo de rutinas que impone el medio, y algunas otras autoimpuestas, pasan largas temporadas en que mi interacción con el entorno se reduce casi a cero (salvo la esfera familiar, por cierto, pero sabemos que en casa somos nosotros mismos, a diferencia de los roles sociales). El automóvil es una especie de extensión de la casa (o del cuerpo) en el que estamos a resguardo de los demás; el trabajo de oficina permite interactuar muy poco y pasar gran parte de la jornada frente al PC; en mi caso no veo televisión ni leo los diarios, por lo que he ido experimentando una lejanía cada vez mayor con mi entorno y sus preocupaciones. Quizá la única instancia para oír sus conversaciones sea el ascensor a la hora de almuerzo.


Señalo todo esto a propósito de que hace un par de días, y después de mucho tiempo, volví a viajar en nuestro maravilloso "transporte público". Usé la "tarjeta bip" (¿será una humorada por lo del correcaminos?), y me subí al metro. Un par de estaciones en la línea dos, luego trasbordo, y otro par en la línea uno. Eso bastó para tomar conciencia de mis niveles de enajenación respecto del día a día de mis conciudadanos (creo que aquí el término está empleado en su acepción primigenia). ¿Cómo describir la experiencia vivida?, una experiencia de manada, casi literalmente de ganado. El metro lleno a reventar, las conversaciones banales de siempre (el partido de Chile, la enfermedad de Daniela Campos, el frío)... Ingenuamente había pensado leer durante el viaje, pero la sola tarea de conservar la posesión de mi bolso implicó esfuerzos físicos considerables.


Lo increíble, dado mi desprecio por el "hombre medio" de nuestros días (sentimiento que no me enorgullece, pero que tampoco niego), es que adhiero a una cosmovisión según la cual existe un ser infinitamente superior que ama a esas criaturas. Yo me considero poco amable, pero a lo menos capaz der usar la sesera... amar a la gente del metro debe ser realmente algo "de otro mundo".



viernes, 1 de julio de 2011

PALABRAS SABIAS I

Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.
Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre. Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.

Juan Millalonco Díaz.-

sábado, 25 de junio de 2011

DETRÁS DE LA CORTINA (otro proyecto de cuento)

Este es un esbozo de cuento que escribí hace ya unos doce o trece años. Lo encontré en el baúl de los recuerdos. Las influencias son evidentes para cualquier lector medianamente informado. Lo transcribo como un manifiesto de mis aspiraciones literarias de adolescente.

"Era una calle sucia, oscura. El microbus avanzaba lento, cansado, como en un sueño, por la calzada angosta, rodeada de tierra, de antiguas canchas de fútbol que el tiempo había convertido en basurales: de sitios baldíos, de edificios abandonados que parecían verdaderos laberintos, húmedos, misteriosos, oliendo a muerte, a gritos ahogados, a vagabundos.
Renato apegó la cabeza a la ventanilla para ver mejor la noche. Al fijarse luego en la vieja cortina que tenía cerca, la usó para esconderse entre ella y la ventana, y asistir así de lleno al espectáculo somnífero y decadente que desfilaba ante sus ojos. Había en todo ello una atmósfera extraña, la noche estaba más oscura que de costumbre y sin embargo las siluetas de las casas a lo lejos tenían como un brillo de luna, un pequeño reflejo de cuya existencia Renato hubiera dudado si su conciencia no estuviera abandonándolo a causa del sueño, del ronronear constante del motor del microbús, del calor de su abrigo en el que se hundía cada vez un poco más.
En un momento la vida flotaba, sentía en su mirada y el paisaje nocturno una breve vibración que coincidía con la caricia suave de la ventanilla en su rostro. Sentía cómo el sueño entraba en él, arrastrándolo para que se deslizara por sus resbalines misteriosos. Quiso retener por un instante la conciencia de lo que acontecía, protegido así como estaba del mundo de fuera y el de dentro. Ese intersticio había sido siempre su rincón conocido. Cuando niño miraba la noche desde su ventana, oculto a sus padres por la gran cortina azul. Se sentía ahí en una zona fronteriza entre la seguridad de su cuarto y el peligro del mundo...
Al llegar al viejo teatro vio los autos de Ledezma y de Patricia. Se estacionó junto a Ledezma, no supo bien porqué. Cuando entró todo estaba preparado. Sobre el escenario habían puesto cuatro mesas, y el viejo piano del rincón había sido habilitado como bar. Todo le resultaba muy familiar y cotidiano, y la única evidencia de que había entrado en un sueño era que sobre la mirada amistosa de Clara que se acercaba a saludarlo, veía aún las siluetas iluminadas de unas casas que se movían en la oscuridad.
Era una sensación nueva y un poco sedante. Ver a Clara acercándose, mientras unas casas lejanas y superpuestas retrocedían lentamente en una calle oscura. En algún momento alcanzó a sentir que todo aquello era un sueño. Fue justo antes de sentarse a la mesa..."

R-68 (Retazos que me han hecho feliz)

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo como poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, redumplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas filulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! . Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."

¿Será necesario agregar algo? Tal vez solo aclarar que casi todo el material poco inteligente que pretende "analizar" Rayuela, yerra medio a medio en lo que fue el principal interés de Cortázar al escribir. Digamos que hay un desface ontológico entre la situación de Julio Florencio escribiendo y la del lector de corte académico que no sabe lo que es saltar al vacío en la vida o vivir a la intemperie de la normalidad. Algo similar ocurre con los "analistas" de Roberto Bolaño... Nada nuevo en todo caso, espíritus excepcionales están destinados a la incomprensión de la mayoría y la idolatría de unos pocos (que tampoco les comprenden pero les alimentan el ego).
Juan Millalonco Díaz.-



La cultura de la inmediatez

Revisando el blog de una amiga, me percaté que, pese a que sus aportes se han mantenido constantes ya por varios años, (y como suele suceder con las tareas que nos empeñamos en desarrollar, han ido mejorando en calidad), ya casi nadie comenta lo que escribe.  Pareciera que los blogs eran el último bastión de la cultura antigua (previa a internet). Pese a formar parte de "la red", requieren tiempo para escribir (con las condiciones propias de esta actividad, como tranquilidad, silencio, concentración, reflexión, etc), y tiempo para leer. Hace algunos años observaba incluso un ejercicio dialéctico, en el que alguien planteaba una tesis y los demás opinaban al respecto. Haciendo un pequeño periplo cibernético observo que todo esto va en extinción, salvo las pequeñas y admirables excepciones, como siempre (aún existen niños  a los que hay que apagar la luz para que no sigan leyendo, me consta).
Pareciera que se impone una cultura de carácter audiovisual, y las reflexiones se limitan a comentarios de no más de 140 caracteres, como en twitter. Lo que se observa por todas partes, más que "capacidad de síntesis", es un empobrecimiento de la capacidad reflexiva, meros exabruptos convertidos en "opinión". ¿Quién se encierra años hoy a escribir un "Quijote de la Mancha"?...
Se acusará esta postura de apocalíptica... Me encantaría que lo hicieran personas que hayan leído el libro de Humberto Eco... Pero ya se nos instaló la cultura de la inmediatez. Nos queda el consuelo a los lectores de estarnos convirtiendo en un bien exótico en el mercado de las amistades y el trabajo...
:-) Salut!    
                                                                                                                                               



Juan Millalonco Díaz.-

viernes, 24 de junio de 2011

VIERNES EN LA TARDE

Dada la forma de vida que nos hemos creado, esta segunda naturaleza llamada "cultura", "civilización", hay momentos que han adquirido un cariz propio. Uno de los preferidos de todos quienes debemos trabajar para sobrevivir son los "viernes en la tarde". Quede dicho solo eso en esta oportunidad (en aras del tiempo). Ya nos explayaremos debidamente sobre el punto (justamente porque hoy es un viernes en la tarde y no dispongo de tiempo para el blog).

Juan  Millalonco Díaz.-

jueves, 23 de junio de 2011

RELATO DE LA EDAD MEDIA.

Esto fue escrito una tarde templada en una mesa al fondo del café "Sveckova", en el Patio Providencia, cuando corrían seis días del mes de octubre del año dos mil nueve de nuestro Señor.

"A ratos me siento sobrepasado... hay tanto que contar!. Pero ¿cómo hacerlo? Termino siempre recurriendo a frases sintéticas del tipo: "Epifanía en el metro, entre el golf y Tobalaba, viendo unos ojos verdes y oyendo a Fito Páez". Y claro, puede sonar bien y es cierto, pero poco explica sobre el contenido específico (y casi irreproducible, pero el "casi" me da esperanza) de aquel aletazo existencial extraño al que llamo epifanía. Por estos días ha habido una especie de "saturación". Ayer me llegó una invitación a un centro de estudios, para asistir a cuatro ponencias (con cafecito y derecho a intervención incluidos) que versan sobre un tema y un autor. Por ejemplo: "Patología y normalidad en Dostoievsky". Los cuatro temas y autores son exactamente los que yo hubiese elegido en caso de... (Como en el siete de rayuela). Hoy recorro Providencia buscando conocer un poco más esta ciudad y me encuentro primero con un par de librerías de viejo escondidas y maravillosas, donde habita el silencio, y el olor de los libros (esos viejos sabios) inunda el ambiente. Luego entro en una biblioteca pública y lo que veo parece un set montado para observar mis reacciones, al estilo "Truman Show": espacios amplios, personas de todas las edades leyendo en el más respetuoso silencio, mucha gente joven y hermosa, muchachas esculpidas sumergidas en Proust, en Carver... Continúo mi periplo urbano y me hallo con cafecitos y rincones a cada paso, olor a café, a libros. Muy cerca llego a este pequeño patio público donde conviven añosos árboles, tiendas de libros y antigüedades, restaurantes y cafés. Estoy sentado en el último, hace unos veinte minutos, escribiendo. En ningún momento ha cesado Miles Davis, la temperatura ambiente debe bordear los veinte grados. Mañana es la primera charla, el sábado comienzo mi taller literario. Como si lo anterior no bastara, me llama una autoridad de gobierno para ofrecerme un empleo interesante... Como gozo de buena memoria, no puedo evitar sonreir... Salut!"

Juan Millalonco Díaz.

miércoles, 22 de junio de 2011

Tardes extrañas

El frío arrecia en la capital (de Chile, hay que aclarar en estos tiempos "globalizados"). De pronto me escapo de mis rutinas habituales, y me interno en parajes tan distintos al capitalino, con su tráfago humano y el ruido que todo lo inunda. No voy lejos, apenas un par de horas hacia el sur por la carretera y, sin embargo, eso basta para sentirme en otro mundo. "Un mundo más profundo y más viejo". Almuerzo en uno de esos restaurantes campestres tan propios de la zona centro de nuestro anoréxico país, soy el único cliente a estas horas y con este tiempo, y mientras observo el campo en silencio, sintiendo apenas el sonido de unas gallinas a lo lejos, me embarga ese vértigo existencial, especie de orgasmo ontológico que por sí solo bastaría para justificar mi accidentado paso por este circo. Ay nostalgia!... Si pudiera pintarte con colores para que todos te vieran...


Juan Millalonco

martes, 21 de junio de 2011

Lecturas varias...

Ha pasado tiempo desde mis últimos posteos. Estrella distante quedó a medio leer y sin ninguna frase que ameritara citarla. Por estos días avanzo con dificultad en 1Q84 de Murakami, "Sin destino" de Imré Kertesz, y media docena más de textos que van desde la filosofía política a la Historia de México, pasando por la biografía de Karadima, Couching, y otras hierbas. Con dificultad avanzo por este ritmo capitalino que apenas deja un rato para "abrocharse una estrella en la frente", como dijera Traveler en un remoto libro que alguna vez leí. Acompañaré los párrafos que correspondan de Murakami y Kertész. Santiago está helado, y si mi vida no consistiese por estos días en una carrera frenética entre viajes, reuniones, informes, y todo aquello de lo que un adolescente lejano se reía, consideraría seriamente salir a caminar por la costanera dejando que la nostalgia (esa bella sensación de felicidad que me ha acompañado siempre) me embargara...
Ya habrá tiempo, eso espero.
Por ahora intentaré hacerme un espacio para la modesta tarea de mantener un blog.
Como dijo Benedetti: He llegado a viejo y el destino era esto... en su mejor momento una nostalgia, en su peor momento un desamparo.

Juan Millalonco.-