miércoles, 28 de enero de 2009

Middlesex


"Ya no había tiempo. Cuando el coche caía, Milton sólo pudo quedarse perplejo por el giro que habían tomado los acontecimientos. Se había pasado la vida sermoneando a todo el mundo sobre la forma de hacer las cosas bien, y ahora él había hecho aquello, la cosa más estúpida que jamás se le hubiera ocurrido a nadie. Apenas podía creer que hubiese estropeado las cosas hasta tal punto. Sus últimas palabras, por tanto, fueron dichas suavemente, sin ira ni miedo, sólo con asombro y una pizca de coraje. "Cabeza de chorlito", dijo Milton, para sus adentros, en su último Cadillac. Y luego el río lo reclamó"
Middlesex. Jeffrey Eugenides. Edit. Anagrama. Página 650

"Pensé en el hecho asombroso de que el mundo contuviera tantas vidas. En aquellas calles, la gente se veía envuelta en mil asuntos, problemas de dinero, problemas amorosos, problemas con los estudios. Había quienes se enamoraban, se casaban, iban a rehabilitación de alguna drogodependencia, aprendían a patinar sobre hielo, se habituaban a llevar bifocales, estudiaban para los exámenes, se probaban ropa, se cortaban el pelo. Nacían niños. Y en algunas casas había personas que envejecían, enfermaban y morían, dejando que otros llorasen su muerte. Eso pasaba de continuo, inadvertidamente, y eso era lo que realmente importaba. Lo que verdaderamente tenía importancia en la vida, lo que le daba peso específico, era la muerte. Vista de ese modo, mi metamorfosis era un acontecimiento de escasa significación. Sólo al chulo de antes le habría interesado. "
Idem, página 659.

lunes, 26 de enero de 2009

Cartas. Julio Cortázar




"... es ya tarde. Tarde para retornar a un pasado lleno de cosas hermosas; es tarde para volver a ser como antes, encontrar los mismos afectos y las mismas esperanzas. Hay, en todo esto, una ciega crueldad que no me importa analizar. Me he vuelto harto escéptico acerca de valores que antaño se me antojaban inconmovibles; el concepto de la amistad es uno de esos valores que ha perdido para mí gran parte de su sentido. ¿Qué fuerza genuina hay en la amistad, si basta distanciarse, enfrentar problemas distintos durante cierto tiempo, para que todo lo que antes mantenía vivo el afecto se enfríe y se desnaturalice? En suma, la amistad es un inmenso egoísmo: se tiene un amigo mientras ese amigo refleja los mismos problemas que lo afectan a uno; mientras es una especie de espejo complaciente. Pero cuando el amigo se aleja, recobra su individualidad, se torna verdaderamente otro, entonces, precisamente cuando la amistad debería cumplir todo su sentido, es cuando se derrumba, y se reduce a una fría relación que espanta y que, en suma, es mejor romper y terminar..."

Extracto de carta escrita por Cortázar con fecha 14 de Octubre de 1939 a Mercedes Arias, desde Chivilcoy. En "Cartas", volumen 1, página 58.-

El gran Gatsby

"En mi más temprana edad, alguna vez mi padre me dio un consejo que desde entonces hago dar vueltas en mi mente.
- Cuando sientas deseos de criticar a alguien -me dijo-, recuerda tan sólo que no todos en el mundo tuvieron las ventajas que has tenido tú.
No agregó nada más, pero como siempre hemos sido comunicativos de una manera poco habitual, reservadamente, comprendí que quería decir mucho más que eso.
De aquí que tienda a reservar mis opiniones, costumbre que ha permitido que se explayaran conmigo algunos espíritus interesantes y que a la vez me ha hecho víctima de no pocos fastidiosos de reconocida fama. Las mentalidades anormales descubren con rapidez esta cualidad en otros y se aficionan a ella cuando se presenta en una persona normal; por eso en el colegio se me acusaba injustamente de ser político, porque conocía en forma privada las preocupaciones secretas de hombres reservados y extravagantes. La mayoría de estas confidencias eran involuntarias de mi parte; a veces hasta he fingido tener sueño, estar preocupado o ser de una ligereza hostil, cuando advertía, gracias a alguna señal inequívoca, que una confidencia íntima asomaba en el horizonte; porque las confidencias íntimas de los jóvenes, o a lo menos los términos en que las expresan, son por lo general plagios, o se hallan desfiguradas por omisiones evidentes. Reservarse el juicio es fuente de infinitas esperanzas. Aún siento un poco el temor de perder algo si llego a olvidar -como mi padre presuntuosamente me sugería, y como repito presuntuosamente- que el sentido de los recatos fundamentales se distribuye desigualmente desde la cuna."
El gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald. Página 1. http://www.lecturalia.com/libro/18390/el-gran-gatsby

domingo, 25 de enero de 2009

¿Cuántos eran políticos?

"En una cierta comunidad mítica, los políticos siempre mienten y los no políticos siempre dicen la verdad. Un extranjero se encuentra con tres nativos y pregunta al primero de ellos si es un político. Este responde la pregunta. El segundo nativo informa, entonces, que el primer nativo negó ser un político. Pero el tercer nativo afirma que el primer nativo es realmente un político. ¿Cuántos de estos tres nativos eran políticos?"
(Introducción a la lógica. Irving M. Copi. Pág.29).

Kafka en la orilla




"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y eso se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta en definitiva eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillos se tratase. Muchas personas han derramado ahí su sangre y tú asimismo, derramarás ahí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y también la sangre de los demás.Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No!, ni siquiera estarás seguro que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella."




Kafka en la orilla. Haruki Murakami. Tusquets editores.
http://www.lecturalia.com/libro/1603/kafka-en-la-orilla

Tokio Blues




"...me fui a shinjuku y deambulé por el barrio para matar el tiempo. Las calles atestadas en domingo me sosegaron. Compré Luz de agosto, de Faulkner, en la librería Kinokuniya, llena como un tren en hora punta, entré en el jazz café más ruidoso que encontré y escuché a Ornette Coleman y Bud Powell mientras tomaba una taza de café amargo y leía el libro que acababa de comprar. A las cinco y media cerré el libro, salí a la calle, tomé una cena ligera. "¿Cuántas decenas, no, centenares de domingos como éste me quedan por vivir?", me pregunté. "Domingos tranquilos, apacibles y solitarios", dije en voz alta. Los domingos no me doy cuerda."



(Tokio blues. Haruki Murakami. Tusquets editores, pág. 265).
http://www.lecturalia.com/libro/1599/tokio-blues

“Pasarán estos días como pasan
todos los días malos de la vida
Amainarán los vientos que te arrasan
Se estancará la sangre de tu herida
El alma errante volverá a su nido
Lo que ayer se perdió será encontrado
El sol será sin mancha concebido
y saldrá nuevamente en tu costado
Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido
anegado sin brújula y perdido
llegar a puerto con las velas rotas?
Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes?
El mismo viento que rompió tus naves
es el que hace volar a las gaviotas”.
Poema "El doliente", Oscar Hahn. En "Apariciones profanas", pág. 21 Ediciones LOM

Proyecto de Cuento

Por Juan Millalonco
Estoy sentado en una mesa del Lisboa, viendo llover tras los cristales. Froto mis manos sobre las velas, porque el frío arrecia. Me noto aún algo agitado por el suceso, por el extrañísimo hecho de haber visto después de tantos años a la mismísima Lina, la Kóserack, saliendo por la puerta de este recóndito lugar. Recuerdo que pensé en lo sorpresivo de verla nuevamente en Chile, en este “paisito de segunda” al que había jurado no regresar. (Pero eso fue más tarde, primero hubo un golpe, un nudo en el estómago. Una pulsión tan extraña que incluía el deseo de correr a saludarla y a la vez de esconderme, de no estorbar su existencia). Después, no pude evitar pensar en lo extraño que, de todos los rincones de esta gran ciudad desordenada, haya venido precisamente a éste, y se haya ido en el momento exacto para que yo alcanzara a verla un par de segundos antes que la devorara la negra noche.
(Una vez más el azar, Lina, tirándome un jarro de agua en el rostro, haciéndonos coincidir en el tiempo y el espacio. Sólo que esta vez como perfectos desconocidos, y con un pequeño interludio de veinticinco años desde aquellos míticos días en que todo parecía hermoso y nuevo, en que la vida comenzaba y teníamos pasaporte para soñar).
¡Oh, Misterioso tiempo!, mundo azaroso.
Pero la vida es así. Para sentirnos seguros, tratamos de ordenar el caos. Inventamos leyes, fabricamos teorías… mas basta un pequeño pliegue en el devenir de las cosas para recordarnos cuánto dependemos del azar. Y esto es cierto, no sólo en cuanto al encuentro de hace un rato con Lina, sino hasta en lo más esencial, ya que nuestra propia existencia (la tuya lector, la mía, la de cualquiera) es una posibilidad remota en las matemáticas del universo. Un dios solitario podría tirar los dados eternamente, sin que en ninguno de los mundos posibles llegase a existir alguno de nosotros. ¿Te acordarás, Lina, que alguna vez desgranamos largamente esta idea?. Eso fue en los primeros tiempos. “Al principio de los principios”, como te gustaba decir. Meditamos en todos los factores que debían comparecer y mezclarse en un equilibrio exacto para que cualquiera de nosotros llegase a ser. Tú, como siempre aficionada a los datos duros, hiciste el cálculo y dijiste que bastaba retroceder diez generaciones para que nuestra historia dependiera de un ejército de más de mil abuelos y abuelas remotas. Si tan sólo uno de ellos hubiese fallado en las noche decisiva… Extraño pensarlo, pero un movimiento telúrico, una visita inoportuna, tal vez el mero cansancio, hubiese bastado para que esto que parece tan real, el cafecito, Lester Young sonando en el Lisboa, la lluvia tras los cristales, la vida, no hubiese existido. ¿Te acordarás a veces, Lina?..


Juan Millalonco

Hijo de ladrón

(Imagínate que tienes una herida en alguna parte de tu cuerpo, en alguna parte que no puedes ubicar exactamente, y que no puedes ver ni tocar, y supón que esa herida te duele y amenaza abrirse o se abre cuando te olvidas de ella y haces lo que no debes, inclinarte, correr, luchar o reír; apenas lo intentas, la herida surge, su recuerdo primero, su dolor en seguida: aquí estoy, anda despacio. No te quedan más que dos caminos: o renunciar a vivir así, haciendo a propósito lo que no debes, o vivir así, evitando hacer lo que no debes. Si eliges el primer camino, si saltas, gritas, ríes, corres o luchas todo terminará pronto: la herida, al hacerse más grande de lo que puedes soportar, te convertirá en algo que sólo necesitará ser sepultado y que exasperado por la imposibilidad de hacerlo como querías, preferiste terminar, y esto no significará, de ningún modo, heroísmo; significará que tenías una herida, que ella pudo más que tú y que le cediste el sitio. Si eliges el segundo camino, continuarás existiendo, nadie sabe por cuánto tiempo: renunciarás a los movimientos marciales y a las alegrías exageradas y vivirás, como un sirviente, alrededor de tu herida, cuidando que no sangre, que no se abra, que no se descomponga, y esto, amigo mío, significará que tienes un enorme deseo de vivir y que, impedido de hacerlo como deseas, aceptas hacerlo como puedas, sin que ello deba llamarse, óyelo bien, cobardía así como si elegiste el primer camino nada podrá hacer suponer que fuiste un héroe: resistir es tan cobarde o tan heroico como renunciar. Por lo demás, las heridas no son eternas, y mejoran o acaban con uno, y puede suceder que después de vivir años con una, sientas de pronto que ha cicatrizado y que puedes hacer lo que todo hombre sano hace, como puede ocurrir, también, que concluya contigo, ya que una herida es una herida y puede matar de dos maneras: por ella misma o abriendo en tu cerebro otra, que atacará, sin que te enteres, tu resistencia para vivir; tú tienes una herida, supongamos, en un pulmón, en el duodeno en el recto o en el corazón, y quieres vivir y resistes, no te doblegas, aprietas los dientes, lloras, pero no cedes y sigues, aunque sea de rodillas, aun arrastrándote, llenando el mundo de lamentaciones y blasfemias; pero un día sientes que ya no puedes resistir; que tus nervios se sueltan, que tus rodillas y tus piernas no te soportan y se doblegan: caes entonces, te entregas y la herida te absorbe. Es el fin: una herida se ha juntado a la otra y tú, que apenas podías aguantar una, no puedas con las dos. (...)
Pero imagínate que no tienes ni la primera ni la segunda herida de que te he hablado, sino otra, una con la que puedes nacer, o que puede aparecer en el curso de tu existencia, en la infancia, en la adolescencia o en la adultez, espontáneamente o provocada por la vida. Si naces con ella puede suceder que sea pequeña al principio y no te moleste demasiado, sin que podamos descartar la posibilidad de que desde el principio sea grande y te impida hablar o caminar, pongamos por caso, todo ello sin tener en cuenta el lugar en que nazcas, que puede ser un conventillo, una casa o un palacio. Podrá o no haber, a tu alrededor, gente que se interese o no se interese por ti y que quiera o no quiera ayudarte; si la hay y se interesa y quiere, podrás llegar a ser conservado, excepto si tu herida, esa herida que ni tu ni nadie puede ubicar, pues está en todas partes y en ninguna: en los nervios, en el cerebro, en los músculos, en los huesos, en la sangre, en los tejidos, en los líquidos y elementos que te recorren; excepto si tu herida, digo, puede con todo y con todos: con la medicina, con la educación, padres, profesores, con tus amigos, si es que llegas a tener todo eso, pues hay innumerables seres humanos que no tienen ni han tenido medicina, educación, padres, profesores ni amigos, sin que nadie parezca darse cuenta alguna de ello ni le atribuya importancia alguna en un mundo en que la iniciativa personal es lo único que vale , sea iniciativa de la clase que sea, siempre que deje en paz la iniciativa de los otros sea esta de la índole que sea. Si la herida puede con todo y con todos y sus efectos no se disminuyen sino que se mantienen y aumentan con el tiempo, no habrá salvación alguna para ti; salvación no sólo en cuanto tu alma, que estará perdida y que en todo caso es de segunda importancia en el mundo en que vivimos, sino en cuanto todo tú; y ya podrás tener, en latencia, todas las virtudes y gracias que un hombre y un espíritu pueden reunir; no te servirán de nada y todo en ti será frustrado: el amor, el arte, la fortuna, la inteligencia. La herida se extenderá a todo ello. Si tu gente tiene dinero llevarás una vida de acuerdo con el dinero que tiene; si tu gente es pobre o no tienes familia, mas te valiera infeliz, no haber nacido y harías bien, si tienes padres, en escupirles la cara aunque es más que seguro que ya habrás hecho algo peor que eso. Puede suceder que la herida aparezca en tu adultez, espontáneamente, como ya te dije o provocada por la vida, por una repetición mecánica, supongamos: el ir y venir durante decenios, de tu casa al trabajo, del trabajo a tu casa, etcétera, etcétera, o al hacer día tras día a máquina o a mano, la misma faena: apretar la misma tuerca si eres obrero, lavar los mismos vidrios si eres mozo, o redactar o copiar el mismo oficio, la misma carta o la misma factura si eres oficinista. Empezará, a veces, con mucho disimulo, (...) No le haces caso al principio, aunque sientes que el camino entre tu casa y la oficina o taller es cada día más largo y más pesado; que los tranvías van cada vez más llenos de gente y que los autobuses son más incómodos que antes, (...) y por otra parte notas que tu mujer ha envejecido y rezonga demasiado y tus hijos te molestan cada día más: gritan, pelean, discuten por idioteces, rompen los muebles ensucian los muros, piden dinero, llegan tarde a comer y no estudian lo suficiente. ¿Qué pasa? La herida se ha abierto, ha aparecido y podrá desaparecer o permanecer y prosperar; si desaparece será llamada cansancio o neurastenia; si permanece y prospera, tendrá otros nombres y podrá llevarte al desorden o al vicio; al alcoholismo, por ejemplo, al juego, a las mujerzuelas o al suicidio. (...) Pero tú, amigo mío, eres sano, has sido creado como una vara de mimbre, elástica y firme, o como una de acero, flexible y compacta; no hay fallas en ti, no hay heridas ni aparentes ni ocultas, y todas tus fuerzas, tus facultades, tus virtudes están intactas y se desarrollarán a su debido tiempo o se han desarrollado ya, y si alguna vez piensas en el porvenir y sientes temor, ese temor no tiene sino el fundamento que tienen todos los temores que experimentan los seres humanos que miran hacia el porvenir: la muerte; pero nadie se muere la víspera y el día llegará para todos y, hagas lo que hicieres también para ti.
Hijo de ladrón. Manuel Rojas. Parte dos, capítulo II (Extractos).