martes, 18 de septiembre de 2012

COSAS DE JULIO... (EL PERSEGUIDOR)


"...Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. 
En el circo es igual, y entre nosotros es igual. La gente se figura que algunas cosas son el colmo de la dificultad, y por eso aplauden a los trapecistas, o a mí. 
Yo no sé qué se imaginan, que uno se está haciendo pedazos para tocar bien, o que el trapecista se rompe los tendones cada vez que da un salto. 
En realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento. Mirar, por ejemplo, o comprender a un perro o a un gato. Esas son las dificultades, las grandes dificultades..."



Julio Cortazar, El Perseguidor (Fragmento)

domingo, 16 de septiembre de 2012

LA NOVELA LUMINOSA

Sábado 5, 03.13

Aquí comienzo este ‘Diario de la Beca’. Hace meses que intento hacer algo por el estilo, pero me he evadido sistemáticamente. El objetivo es poner en marcha la escritura, no importa con qué asunto, y mantener una continuidad hasta crearme el hábito. Tengo que asociar la computadora con la escritura. El programa más utilizado deberá ser el Word. Eso implica desarticular una serie de hábitos cibernéticos en los que estoy sumergido desde hace cinco años, pero no debo pensar en desarticular nada, sino en articular esto. Todos los días, todos los días, aunque sea una línea para decir que hoy no tengo ganas de escribir, o que no tengo tiempo, o dar cualquier excusa. Pero todos los días.
Seguramente no lo haré. Eso, me lo dice la experiencia. Sin embargo tengo la esperanza de que esta vez será distinto, porque está de por medio la beca. Ya recibí la primera mitad del total, con lo que podré mantenerme hasta fin de año en un ocio razonable. Apenas tuve la confirmación de que este año sí recibiría la beca, comencé a deshacer hasta cierto punto mi agenda de trabajo, quitando algunas cosas y espaciando otras, de modo de tener comprometidos pocos días al mes. El ocio sí que lleva tiempo. No se puede obtener así como así, de un momento a otro, por simple ausencia de quehacer. Por ahora tiendo a llenar todos los huecos, a ocupar todas las horas libres con alguna actividad estúpida e inconducente porque, casi sin darme cuenta, yo también, como esa gente que siempre he despreciado, me he ido creando un fuerte temor a mi mismidad, a estar a solas sin ocupación, a los fantasmas que desde el sótano empujan siempre la puertatrampa buscando asomarse y darme un susto (…)

martes, 14 de agosto de 2012

REFLEXIÓN EN LAS ALTURAS


Sábado 11 de agosto de 2012. A la hora del ocaso, sobre un avión, en algún punto entre Punta Arenas y Puerto Montt.


Esto no está fácil de escribir (como muchas veces, ahora que lo pienso), pero debo hacer el intento. (Muchas cosas me resultan difíciles, más de lo que quienes me rodean se imaginan, pero he ido aprendiendo a afrontar mis limitaciones con esfuerzo y a ratos resignación).
La situación es más o menos la siguiente: anteayer me tocó exponer ante un numeroso auditorio de autoridades políticas acerca de un proyecto de ley relacionado con los temas en que trabajo. Fui presentado por un colega de manera bastante pomposa para mi gusto, como “Director Jurídico…, Profesor Universitario…, y una de las personas que más sabe…” bla, bla, bla. Comencé diciendo, para distender el ambiente: “la verdad es que yo no soy todo lo que dice este señor, y sencillamente trataré de llevar adelante en la mejor forma posible la exposición que nos convoca”. Algo así. Sin embargo, a la larga sirvieron las palabras iniciales del presentador, ya que hubo algunos asistentes que intentaron boicotear mi alocución, con lo que pude –además de argumentar-, recurrir a aquella falacia que normalmente denuncio en otros, el “argumento de autoridad”.

Pero quiero llegar a otra cosa.
En eventos como éste, al que asisten importantes autoridades de gobierno (una de las cuales duerme plácidamente en este instante a dos asientos del mío), puede uno darse cuenta de los procesos de “construcción de identidad” a partir del poder. Cómo, seres humanos más bien comunes y silvestres, que por diversos motivos han llegado a ocupar posiciones de poder, van internalizando el “cargo”, como una especie de segunda naturaleza.
Ahora bien, no estoy pensando en la caricatura del funcionario arrogante que menosprecia todo lo que no forme parte de su pequeño terruño de influencia, no! Incluso quienes se muestran afables y dispuestos al diálogo, en su gran mayoría tienen un sentimiento muy profundo de “ser diferentes”. Algo así como la versión contemporánea de los títulos nobiliarios. Es algo sutil pero notorio para cualquier observador que conozca un poco la naturaleza humana.
En mi caso, la conciencia siempre presente de nuestra naturaleza caída, de la depravación total de la raza humana, me hace notar con especial atención el autoengaño circundante (en el que milité por mucho tiempo, claro, y del que aún debo sacudirme cada cierto tiempo), la facilidad con que el ser humano cree ser “Muy Importante” (o “buenos”, en el caso de los religiosos que insisten en creer que tienen algún mérito).

Pero hay más.
Anoche, solo en el hotel “Los Navegantes” en Punta Arenas, escuché una vez más la entrevista hecha por Cristián Warnken a Roberto Bolaño en la Feria del Libro del año 1999. En ella, el bueno de Bolaño (primo hermano de mi amiga Alana, dicho sea de paso, pero esa es otra historia), reflexiona más o menos lo mismo que venía señalando más arriba, pero a propósito de los escritores. Bolaño, en una actitud que no puedo menos que elogiar y calificar de lúcida, se maravilla de que prácticamente todos quienes comparten con él el oficio de escritores, creen estar embarcados en una empresa portentosa. En circunstancias que se trata –según él- de una labor mísera. A Bolaño esto le parece evidente, pero mira a su alrededor y sólo ve sujetos convencidos de la absoluta magnanimidad de su labor de escritores.
Cito textual:
“…el oficio de escritor es un oficio bastante miserable, practicado por gente que está convencida de que es un oficio magnífico… hay en ello un equívoco bestial, y no sé cómo no se dan cuenta. El oficio de escribir es un oficio poblado de canallas, eso más o menos todo el mundo lo intuye, pero es que además está poblado de tontos, que no se dan cuenta de la fragilidad inmensa, de lo efímero que es lo que hacen… Yo puedo estar con 20 escritores de mi generación, y todos están convencidos de que son buenísimos, y de que van a perdurar. Eso, aparte de un acto de soberbia enorme, es de una ignorancia bestial”.

Al parecer el mismo fenómeno ocurre en diversos ámbitos.

Con todo esto flotando en mi ánimo como telón de fondo, se me ocurrió hace unos momentos escuchar en mi mp3 la “Suite Nº 3 en D Mayor” de Bach, y mirar por la ventanilla del avión las nubes bajo nosotros. Quien haya visto esa especie de infinita alfombra de algodón teñida de rojo por el sol del ocaso, podrá hacerse una idea del terremoto interno que me produjo.  Por un momento, pude exclamar con el salmista:
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?...”

miércoles, 18 de julio de 2012

1Q84 (Haruki Murakami)


Terminé en un reciente viaje al norte el libro 3 de "1Q84", la última novela de Murakami. Sentimientos encontrados. Claramente no es la mejor novela de Haruki (sigue ocupando ese lugar la "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" y la primera mitad de "Kafka en la orilla").El proyecto es ambicioso y a ratos logrado, pero termina, sobre todo en el libro 3, bastante parecido a un super-ventas estilo Stieg Larsson. Con todo, Haruki sigue siendo uno de aquellos escritores que vale la pena conocer. Agregaré al azar algunos de los muchos párrafos subrayados (son 1.151 páginas en total), citas que nada dicen de la trama pero pueden generar algún interés por el libro.

"Yo no hago esto por dinero. Lo que deseo es burlarme de los círculos literarios. Quiero troncharme de risa de esa banda que no sabe más que reunirse en sótanos lúgubres y farfullar tonterías sobre la misión de la literatura, mientras se hacen la pelota, se lamen las heridas y se hacen la zancadilla los unos a los otros. Voy a burlarme del sistema y ridiculizarlo por completo. ¿No te parece divertido?" (p. 42).

"Las matemáticas son como una corriente de agua. Existen diversas teorías complicadas, es cierto, pero la lógica básica es muy sencilla. De igual modo que el agua fluye desde un lugar elevado hacia otro más bajo tomando la distancia más corta, sólo hay una corriente matemática. Al observar con atención, el curso se hace visible por sí solo. Basta con que mires fijamente. No tienes que hacer nada más. Si te concentras y aguzas la vista, todo se aclara. En este mundo no hay nada, salvo las matemáticas, que me trate con tanta amabilidad...

... La vida real es diferente a las matemáticas. En ella, las cosas no siempre toman el camino más corto...


... Cuando escribo sustituyo mediante las palabras la realidad que me rodea por algo que encuentro más natural. Es decir, reconstruyo. De ese modo confirmo que existo, sin duda, en este mundo. Se trata de una operación completamente diferente a cuando estoy en el mundo de las matemáticas." (p. 69).

"Tras despedirse de Komatsu... entró en una librería... se compró varios libros y comenzó a leerlos en un bar cercano, mientras se tomaba una cerveza. No había nada más relajante que aquello: comprar varias novedades en una librería, entrar en algún bar de la zona y pasar las páginas con una bebida en la mano." (p. 230).

"Entonces se fueron juntos de la comunidad y se adentraron en el mundo real. Sin embargo, por lo que... pudo comprobar, parecía que todavía no se habían adaptado al nuevo mundo. Por el hecho de haber sido criados en una comunidad cerrada desde pequeños, les costaba entender y aceptar las normas de un mundo más abierto. Muchas veces carecían de la suficiente confianza en sí mismos para tomar una decisión y se sentían perdidos. Al mismo tiempo que saboreaban la sensación de libertad por haber renunciado a su fe, acarreaban con la duda de si no habrían tomado una decisión errada". (p. 452).

"Porque él  a ellos no los quería. Eran guapos, sacaban muy buenas notas, se les daban bien todos los deportes, tenían un sinfín de amigos. Pero a ojos de Ushikawa, eran superficiales en todos los sentidos. Simples en su forma de pensar, estrechos de miras, carentes de imaginación; sólo se preocupaban por el qué dirán. Sobre todo, les faltaba esa sana suspicacia necesaria para alcanzar cierta sabiduría". (p. 176. Libro III).

"Mejor no pensar demasiado", se dijo Ushikawa. "Engrosaré  mi piel, endureceré la cáscara de mi corazón e iré acumulando días ordenadamente, uno tras otro. No soy más que una máquina. Una máquina capaz, paciente e insensible. Por un extremo absorbe nuevo tiempo, lo convierte en tiempo viejo y lo expulsa por otro. La única razón de ser de esa máquina es su propia existencia". (p. 226. Libro III).

"No tenía ni idea de cuál era el siguiente paso. Una vez ascendidas las escaleras de emergencia, su papel había concluido. Había consumido demasiada energía como para ahora ponerse a pensar y decidir qué debían hacer. No quedaba ni una gota de combustible en su interior. La única solución era dejarlo todo en manos de otra fuerza.

"Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Perdona nuestras ofensas y bendice nuestro humilde caminar, Amén". (p. 409. Libro III).

Juan Millalonco.-