miércoles, 18 de julio de 2012

1Q84 (Haruki Murakami)


Terminé en un reciente viaje al norte el libro 3 de "1Q84", la última novela de Murakami. Sentimientos encontrados. Claramente no es la mejor novela de Haruki (sigue ocupando ese lugar la "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" y la primera mitad de "Kafka en la orilla").El proyecto es ambicioso y a ratos logrado, pero termina, sobre todo en el libro 3, bastante parecido a un super-ventas estilo Stieg Larsson. Con todo, Haruki sigue siendo uno de aquellos escritores que vale la pena conocer. Agregaré al azar algunos de los muchos párrafos subrayados (son 1.151 páginas en total), citas que nada dicen de la trama pero pueden generar algún interés por el libro.

"Yo no hago esto por dinero. Lo que deseo es burlarme de los círculos literarios. Quiero troncharme de risa de esa banda que no sabe más que reunirse en sótanos lúgubres y farfullar tonterías sobre la misión de la literatura, mientras se hacen la pelota, se lamen las heridas y se hacen la zancadilla los unos a los otros. Voy a burlarme del sistema y ridiculizarlo por completo. ¿No te parece divertido?" (p. 42).

"Las matemáticas son como una corriente de agua. Existen diversas teorías complicadas, es cierto, pero la lógica básica es muy sencilla. De igual modo que el agua fluye desde un lugar elevado hacia otro más bajo tomando la distancia más corta, sólo hay una corriente matemática. Al observar con atención, el curso se hace visible por sí solo. Basta con que mires fijamente. No tienes que hacer nada más. Si te concentras y aguzas la vista, todo se aclara. En este mundo no hay nada, salvo las matemáticas, que me trate con tanta amabilidad...

... La vida real es diferente a las matemáticas. En ella, las cosas no siempre toman el camino más corto...


... Cuando escribo sustituyo mediante las palabras la realidad que me rodea por algo que encuentro más natural. Es decir, reconstruyo. De ese modo confirmo que existo, sin duda, en este mundo. Se trata de una operación completamente diferente a cuando estoy en el mundo de las matemáticas." (p. 69).

"Tras despedirse de Komatsu... entró en una librería... se compró varios libros y comenzó a leerlos en un bar cercano, mientras se tomaba una cerveza. No había nada más relajante que aquello: comprar varias novedades en una librería, entrar en algún bar de la zona y pasar las páginas con una bebida en la mano." (p. 230).

"Entonces se fueron juntos de la comunidad y se adentraron en el mundo real. Sin embargo, por lo que... pudo comprobar, parecía que todavía no se habían adaptado al nuevo mundo. Por el hecho de haber sido criados en una comunidad cerrada desde pequeños, les costaba entender y aceptar las normas de un mundo más abierto. Muchas veces carecían de la suficiente confianza en sí mismos para tomar una decisión y se sentían perdidos. Al mismo tiempo que saboreaban la sensación de libertad por haber renunciado a su fe, acarreaban con la duda de si no habrían tomado una decisión errada". (p. 452).

"Porque él  a ellos no los quería. Eran guapos, sacaban muy buenas notas, se les daban bien todos los deportes, tenían un sinfín de amigos. Pero a ojos de Ushikawa, eran superficiales en todos los sentidos. Simples en su forma de pensar, estrechos de miras, carentes de imaginación; sólo se preocupaban por el qué dirán. Sobre todo, les faltaba esa sana suspicacia necesaria para alcanzar cierta sabiduría". (p. 176. Libro III).

"Mejor no pensar demasiado", se dijo Ushikawa. "Engrosaré  mi piel, endureceré la cáscara de mi corazón e iré acumulando días ordenadamente, uno tras otro. No soy más que una máquina. Una máquina capaz, paciente e insensible. Por un extremo absorbe nuevo tiempo, lo convierte en tiempo viejo y lo expulsa por otro. La única razón de ser de esa máquina es su propia existencia". (p. 226. Libro III).

"No tenía ni idea de cuál era el siguiente paso. Una vez ascendidas las escaleras de emergencia, su papel había concluido. Había consumido demasiada energía como para ahora ponerse a pensar y decidir qué debían hacer. No quedaba ni una gota de combustible en su interior. La única solución era dejarlo todo en manos de otra fuerza.

"Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Perdona nuestras ofensas y bendice nuestro humilde caminar, Amén". (p. 409. Libro III).

Juan Millalonco.-