"Por lo que había podido observar, la
existencia de los hombres se organizaba alrededor del trabajo, que ocupaba la
mayor parte de la vida, y se realizaba en organizaciones de dimensión variable.
Al final de los años de trabajo de abría un periodo más breve, marcado por el
desarrollo de diversas patologías. Algunos seres humanos, durante el período
más activo de su vida, intentaban además asociarse en microagrupaciones,
denominadas familias, cuya finalidad era la reproducción de la especie, pero
estas tentativas, casi siempre, daban un brusco viraje por motivos relacionados
con la “naturaleza del tiempo”. (P.93)
"...ser artista, en su opinión, era ante todo
ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a
falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa había que
calificar de intuiciones; mensajes que no por ello ordenaban de manera menos
imperiosa, categórica, sin dejarte la menor posibilidad de escabullirte, a no
ser que perdieras toda noción de integridad y de respeto por ti mismo".
(P.94)
"Tenía un falso aspecto de lesbiana
intelectual que eventualmente podía seducir a chicos de temperamento algo
pasivo..... Ha cambiado mucho -dijo Jed-. O sea, en el plano personal.
Profesionalmente, en cambio, nada. De todas formas, es impresionante hasta qué
punto la gente corta su vida en dos partes que no se comunican entre sí, que no
interactúan en absoluto una con otra. Me parece increíble que lo hagan tan
bien". (P.137)
¿Qué es lo que define a un hombre? ¿Cuál es la
primera pregunta que se le hace a un hombre cuando quieres informarte de su
estado? En algunas sociedades le preguntan primero si está casado, si tiene
hijos; en las nuestras, se le pregunta en primer lugar su profesión. Lo que
define ante todo a un hombre occidental es el puesto que ocupa en el proceso de
producción, y no su estatuto de reproductor. (P.138)
"Olga era dulce, era dulce y amante, Olga le
amaba, se repitió con una tristeza creciente al mismo tiempo que comprendía que
ya nunca habría nada entre ellos, que nunca podría haber nada entre ellos, la
vida te ofrece una oportunidad a veces, se dijo, pero cuando eres demasiado
cobarde o indeciso para aprovecharla, la vida recoge sus cartas, hay un momento
para hacer las cosas y para abrazar una felicidad posible, ese momento dura
algunos días, a veces unas semanas e incluso unos meses, pero sólo se presenta
una única vez, y si quieres rectificar más tarde es simplemente imposible, ya
no queda sitio para la esperanza, la creencia y la fe, subsiste una resignación
suave, una piedad recíproca y entristecida, la sensación inútil y justa de que
podría haber ocurrido algo, de que sencillamente uno se ha mostrado indigno del
don que le acaban de hacer". (P.220)
Pues tiene razón: mi vida se acaba y estoy decepcionado.
No ha sucedido nada de lo que esperaba en mi juventud. Ha habido momentos
interesantes, pero siempre difíciles, siempre arrancados al límite de mis
fuerzas, nunca he recibido algo como un don y ahora estoy harto, sólo quisiera
que todo termine sin sufrimientos excesivos, sin una enfermedad anuladora, sin
dolencias. (P.229)
El mapa y el territorio. Edit. Anagrama. Panorama
de Narrativas. Primera edición. Septiembre de 2011.
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RECOMENDACIONES LITERARIAS Y DE TODO UN POCO.
domingo, 24 de junio de 2018
El mapa y el territorio. Michel Houellebecq
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viernes, 26 de enero de 2018
La balada del café triste...
Hace tiempo tenía pendiente comentar el descubrimiento de este libro, y esta excelente autora norteamericana... Hurgando en una librería del sector oriente un sábado de agosto, apareció de pronto este título irresistible: "La balada del café triste". No dudé en comprarlo, a pesar de cierto sesgo que padezco con las "escritoras", y que espero poder explicar en algún momento sin ser linchado en la plaza pública. Pero el libro compensó con creces mis expectativas. Recuerdo que me encerré en un café y me sumergí en el pequeño pueblo del sur de Estados Unidos donde transcurre la trama. Una de las primeras cosas que me asombró fue la capacidad de McCullers para crear personajes inmensamente verosímiles. De esos que en cualquier momento podrían saltar del libro y echarse a andar por las calles. Este es quizá uno de los rasgos más importantes de los buenos escritores, y que permite diferenciarlos de tanta publicación irrelevante. Personajes entrañables y decadentes... contradictorios como la vida misma, traicioneros en ciertas circunstancias pero sublimes en otras, capaces de amar y odiar por partes iguales. McCullers, con unos pocos de estos personajes y un pequeño pueblo, en un libro breve además, logra expresar el drama humano, la felicidad y el dolor, los escasos momentos de alegría y los muchos de desamparo. Como si eso no bastara, tiene algunos párrafos magistrales, con reflexiones profundas acerca de nuestra humana condición. Una gran escritora, simplemente.
"Para lo único que no tenía buena mano era para la gente. A la gente, cuando no es completamente tonta o está muy enferma, no se la puede coger y convertir de la noche a la mañana en algo más provechoso"
(P. 17).
"...los corazones de los niños son unos órganos delicados, Una entrada dura en la vida puede dejarlos deformados de mil extrañas maneras. El corazón herido de un niño se encoge a veces de tal forma que se queda ya para siempre duro y áspero como el hueso de un melocotón. O, al contrario, es un corazón que se ulcera y se hincha hasta volverse una carga penosa dentro del cuerpo, y cualquier roce lo oprime y lo hiere"
"...los corazones de los niños son unos órganos delicados, Una entrada dura en la vida puede dejarlos deformados de mil extrañas maneras. El corazón herido de un niño se encoge a veces de tal forma que se queda ya para siempre duro y áspero como el hueso de un melocotón. O, al contrario, es un corazón que se ulcera y se hincha hasta volverse una carga penosa dentro del cuerpo, y cualquier roce lo oprime y lo hiere"
(P. 42).
"En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Están el amante y el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y ese conocimiento le hace sufrir. No le queda más remedio que una salida: alojar su amor en su corazón del mejor modo posible. Tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda, puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. Por ejemplo, un hombre que es ya abuelo que chochea, y sigue enamorado de una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado, y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante y con razón; pues el amante está siempre queriendo desnudar al amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
(P. 39 - 40)
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor. Por ejemplo, un hombre que es ya abuelo que chochea, y sigue enamorado de una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado, y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante y con razón; pues el amante está siempre queriendo desnudar al amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
(P. 39 - 40)
La balada del café triste. Edit. Seix Barral. Segunda impresión. Abril de 2017.
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Carson McCullers,
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