miércoles, 22 de junio de 2011

Tardes extrañas

El frío arrecia en la capital (de Chile, hay que aclarar en estos tiempos "globalizados"). De pronto me escapo de mis rutinas habituales, y me interno en parajes tan distintos al capitalino, con su tráfago humano y el ruido que todo lo inunda. No voy lejos, apenas un par de horas hacia el sur por la carretera y, sin embargo, eso basta para sentirme en otro mundo. "Un mundo más profundo y más viejo". Almuerzo en uno de esos restaurantes campestres tan propios de la zona centro de nuestro anoréxico país, soy el único cliente a estas horas y con este tiempo, y mientras observo el campo en silencio, sintiendo apenas el sonido de unas gallinas a lo lejos, me embarga ese vértigo existencial, especie de orgasmo ontológico que por sí solo bastaría para justificar mi accidentado paso por este circo. Ay nostalgia!... Si pudiera pintarte con colores para que todos te vieran...


Juan Millalonco

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