jueves, 23 de junio de 2011

RELATO DE LA EDAD MEDIA.

Esto fue escrito una tarde templada en una mesa al fondo del café "Sveckova", en el Patio Providencia, cuando corrían seis días del mes de octubre del año dos mil nueve de nuestro Señor.

"A ratos me siento sobrepasado... hay tanto que contar!. Pero ¿cómo hacerlo? Termino siempre recurriendo a frases sintéticas del tipo: "Epifanía en el metro, entre el golf y Tobalaba, viendo unos ojos verdes y oyendo a Fito Páez". Y claro, puede sonar bien y es cierto, pero poco explica sobre el contenido específico (y casi irreproducible, pero el "casi" me da esperanza) de aquel aletazo existencial extraño al que llamo epifanía. Por estos días ha habido una especie de "saturación". Ayer me llegó una invitación a un centro de estudios, para asistir a cuatro ponencias (con cafecito y derecho a intervención incluidos) que versan sobre un tema y un autor. Por ejemplo: "Patología y normalidad en Dostoievsky". Los cuatro temas y autores son exactamente los que yo hubiese elegido en caso de... (Como en el siete de rayuela). Hoy recorro Providencia buscando conocer un poco más esta ciudad y me encuentro primero con un par de librerías de viejo escondidas y maravillosas, donde habita el silencio, y el olor de los libros (esos viejos sabios) inunda el ambiente. Luego entro en una biblioteca pública y lo que veo parece un set montado para observar mis reacciones, al estilo "Truman Show": espacios amplios, personas de todas las edades leyendo en el más respetuoso silencio, mucha gente joven y hermosa, muchachas esculpidas sumergidas en Proust, en Carver... Continúo mi periplo urbano y me hallo con cafecitos y rincones a cada paso, olor a café, a libros. Muy cerca llego a este pequeño patio público donde conviven añosos árboles, tiendas de libros y antigüedades, restaurantes y cafés. Estoy sentado en el último, hace unos veinte minutos, escribiendo. En ningún momento ha cesado Miles Davis, la temperatura ambiente debe bordear los veinte grados. Mañana es la primera charla, el sábado comienzo mi taller literario. Como si lo anterior no bastara, me llama una autoridad de gobierno para ofrecerme un empleo interesante... Como gozo de buena memoria, no puedo evitar sonreir... Salut!"

Juan Millalonco Díaz.

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